FALLECIÓ JOE ARROYO!!

Se fue para siempre el más grande de la música colombiana

A los 55 años, el cantante cartagenero Joe Arroyo falleció en Barranquilla, a las 7:45 de la mañana del pasado martes, en la clínica La Asunción, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio, producto de una falla multiorgánica.


Arroyo González ingresó desde el pasado lunes 27 de junio a la unidad de cuidados intensivos de ese centro hospitalario, donde fue tratado inicialmente por un cuadro clínico de crisis hipertensiva, cardiopatía isquémica y diabetes mellitus con descompensación simple.


La noticia causó un enorme dolor a su esposa, hijos, familiares y seguidores, quienes se congregaron en las puertas de la Clínica La Asunción, con demostraciones de afecto.


Complicaciones médicas


En todo momento, según reportaron los médicos que lo atendieron, Álvaro José Arroyo requirió control estricto y permanente para el manejo de su presión alta y glicemia.

En la última semana fue necesario practicarle una traqueostomía para mejorar su respiración. Previo a esto, los médicos intentaron retirarle los sedantes para inducirlo a que despertara y respirara por sí solo, sin ventilación asistida, pero no lo consiguieron.

A lo largo de 28 días, Joe luchó por sobrevivir, pero las diálisis diarias a las que fue sometido, su incapacidad para respirar por sí solo, la diabetes y la hipertensión arterial hicieron mella en el cuerpo del artista.

Vida familiar de novela

Pese a que su actual familia y su representante negaron en todo momento su condición médica y nunca revelaron el verdadero estado de salud del artista e incluso se atrevieron, como en un capítulo de telenovela, a desmentir y acusar a quienes dijeron la verdad, pudo más la responsabilidad social de la clínica La Asunción que informó a los medios en un primer parte médico la gravedad de sus afecciones.

Poco a poco se fue develando una trama de intereses y tensiones alrededor de la vida privada del artista y la relación de su última esposa, no solo con sus hijos sino también con los amigos del artista, que nunca fueron bien recibidos por ella.

En su momento, dos de sus hijas denunciaron que no las dejaban ver a su papá; la presión mediática logró que pudieran despedirse de Joe. Incluso, su exesposa Mary, con quien vivió 20 años, preocupada por la salud del padre de sus hijas pidió pensar primero en la salud del cartagenero, antes de cualquier presentación en los escenarios.


A esto se suma una serie de compromisos adquiridos por su representante, Luis Ojeda, no sólo en Colombia sino también en el exterior, que tuvieron que cancelarse porque el artista estaba sedado y bajo asistencia médica en una unidad de cuidados intensivos.


Incluso, amigos cercanos al Joe Arroyo dijeron que lo obligaban a cantar, sin escatimar su estado de salud, como en la última presentación en Bogotá, el pasado 18 de junio.

"Te fuiste muy temprano"

Ni el sofocante calor, ni las colas de una, dos y hasta tres horas, ni la edad, impidieron ayer a personas del común y corriente, a los de a pie, los que bailaron apretao y sueltos las canciones del Joe, las que lo vitorearon y le dieron la gloria en cada uno de los escenarios donde se presentó, dar el último adiós a su ídolo.

Como si el dolor fuera propio, por la partida de alguien muy cercano, los colores que predominaron, dentro y fuera de la Catedral Metropolitana María Reina de Barranquilla, fueron el negro, el blanco, el beige, el gris y el morado.

Y aunque el encuentro con el hijo adoptivo de La Arenosa a ratos parecía un Carnaval en esos en los que tantas veces cantó el Joe, y en el atrio retumbaban los parlantes con su música, las lágrimas saltaban y daban muestra del sentimiento de aprecio que todo un pueblo le profesaba y que evidentemente no esperaban una despedida tan temprana.

Como tantos que desfilaron frente al féretro del cantante, el cual cubrían las banderas de Barranquilla y de la organización de autores y compositores Sayco Acimpro, Edi Morón, un hombre cincuentón y espigado, no aguantó su llanto, luego de hablar en voz baja con el que yacía dentro del cajón. “Le pedí que me guardara un espacio en el cielo, y le agradecí porque disfruté mucho con su música, porque fue un hombre del pueblo”, dijo con voz entrecortada.

Al renovarse la romería, John, un hombre de 35 años, se acercó con la carátula del disco de Los Latin Brothers, una de las agrupaciones donde el Joe inició su carrera artística. “Lo quería ver para decirle que lo quería mucho y que siempre vivirá en nuestros recuerdos”, dijo.

Las horas pasaban y la romería aumentaba a medida que se acercaba la hora del funeral y a sus seguidores se les agotaba el tiempo para la despedida.

Al final nadie se atreve a especular cuántas personas pasaron al lado del cuerpo del cantante, pero fueron miles.

Seguidores, fanáticos, conocidos, amigos, vecinos de otros tiempos, desconocidos o simples curiosos; barranquilleros, cartageneros, costeños y de otras tierras, todos dentro y fuera de la Catedral, no se cansaron de despedir al Joe con la estrofa que todavía retumba : “En Barranquilla me quedo”. Y nadie niega que la Costa extrañará, el pasito tun tun.

Homenaje musical de la gente y los amigos que nunca lo olvidarán

'El son del Joe Arroyo, es lo mejor' fue la frase con la que los cantantes iniciaron el homenaje antes del entierro del artista cartagenero. En ese momento los gritos del público reunido en la Plaza de la Paz confirmaron que el Joe es y seguirá siendo el rey de la música tropical.

Se alzaron los brazos, muchos se miraban con alegría los bellos de la piel erizados y otros no tuvieron más remedio que soltar las lágrimas. “Papá, estás aquí y siempre va ser así. Tu pueblo te quiere”, dijo su único hijo varón, Dinkol Arroyo, mientras terminaba de cantar una de sus canciones.

No era un Festival de Orquesta del Carnaval de Barranquilla, pero tenía todos los ingredientes para serlo: cientos de personas, tarima y la música impecable del ganador de 18 Congos de Oro y 3 Super Congos, estos últimos creados especialmente para él.

La gente no paraba de aplaudir. No hubo pausa. “Es que así tenía que despedirlo el pueblo. El Joe siempre quiso morir en la tarima. No se pudo, pero por eso estamos aquí nosotros: para que sintiera que siempre lo vamos a llevar en nuestros corazones”, aseguró Edwin Gómez, El Fantasma, uno de sus grandes compañeros de batalla en la orquesta La Verdad.

Con la calle 53 cerrada por el público y el tráfico en esta zona de Barranquilla, el Checo Acosta, Juan Carlos Coronel, Chelito De Castro, Willy Calderón y Javier Echeverría, entre otros, se dejaban llevar por la histeria de la gente. De repente llegaba el llanto, la voz se cortaba ante el micrófono y entre ellos se abrazaban al recordar que el Joe, el amigo de todos, había muerto.

“Él se merecía esto y mucho más. Era una persona que por su espíritu le gustaba que la gente cantara. Se va contento y desde el cielo está mirando el amor de la gente”, expresó el Checo antes de subir a la tarima.

Fue un amigo único. Así lo dejaron claro aquellos que tuvieron, como ellos mismos lo dicen, la bendición de haberlo conocido y trabajado con él. “Desde que conocimos la noticia de su muerte se ha venido pasando por mi mente una película que no termina y que pasa por tantos momentos compartidos con Joe. Tantas tarimas, países, canciones y personas. No he parado de recordar tantos momentos. He sido uno de los hombres más afortunados por haberlo conocido”, aseguró Chelito De Castro.

Para quien no estuvo presente en la tarde de ayer en la Plaza de la Paz sería muy difícil concebir que en medio del dolor de la muerte se conglomerara tanta alegría y euforia. Era claro: la gente sabe que como el Joe no iba a nacer una persona igual. “Nos transmitió alegría en su música, en sus canciones. Y como tal hay que despedirlo alegremente”, dijo mirando el público Javier Echeverría.

El Joe representa arte, música, excelencia, lucha y muchas cosas más. Su muerte será entonces la reconfirmación de que su legado seguirá para toda la vida. “Talento y talante. Eso era el Joe. Su sabor y sencillez seguirá en nuestros corazones por el resto de nuestras vidas. Será para siempre el artista más importante para nosotros”, concluyó Juan Carlos Coronel.



En plena noche fue sepultado ‘El Centurión’

El mismo pueblo que aguardaba pacientemente a que subiera a las tarimas para bailar con sus canciones y corear su nombre, ayer también dedicó su tiempo de manera solemne para verlo llegar a su última morada en el cementerio Jardines de la Eternidad.

Ni la llovizna al final de la tarde hizo mover a las más de 4.000 personas, en su gran mayoría apostadas desde las 2 de la tarde en el Camposanto para recibir la caravana fúnebre.

La gente entendió que, como dijo el cantautor Dolcey Gutiérrez, “pasarán doscientos años para que nazca otro Joe Arroyo”.

Barranquilla nunca había presenciado una despedida de tal magnitud. Pero fue un hijo adoptivo suyo, el que tantas veces le cantó y le juró que en sus aires se quedaría, el digno de recibir el honor. “Era único porque nació con un estilo y una manera de ser. Ya traspasó la barrera de los 25 años, la edad para que un artista llegue a ser clásico y cuando llega a serlo, no necesita grabar más porque lo que grabó fue inmortal”, expresó su colega Alfredo Gutiérrez.

Horas previas

Un lento cortejo fúnebre, con el cuerpo sobre un carro de Bomberos, acompañó hasta las 10:45 p.m. hasta su última morada.

“Joe nos dejó una reflexión para toda la vida: a mi Dios todo le debo. Fue un hombre que logró sobreponerse a sus problemas y en todo momento fue superior a ellos, por eso será recordado por toda Colombia”, fueron las palabras del arzobispo, monseñor Jairo Jaramillo, en la Catedral Metropolitana, tras un homenaje musical brindado por amigos y colegas como Juan Carlos Coronel, Wilson Saoko y Checo Acosta.

El cartagenero marchó rodeado de su música y lo que más quiso en vida: el cariño de su pueblo. Fue imposible contabilizar cuántas personas se volcaron a las calles para despedirlo durante su recorrido.

La multitud dificultó el tráfico de los vehículos. El traslado hasta el cementerio se prolongó por toda la carrera 43, hasta cruzar la calle 93 para conectar con carrera 46 y tomar rumbo hacia el cementerio. La tenue lluvia tampoco apagó las demostraciones de afecto ni la voluntad de quienes acompañaron al único Super Congo de Oro que ha tenido el Carnaval.

Y la noche, también musa de sus temas, apareció para darle el último adiós a su Centurión. Un hombre que en vida se definió como una criatura nocturna, que pensaba y creaba mejor entre su silencio.

Para entonces, en Jardines de la Eternidad ya se había calmado el ambiente tenso porque algunos familiares tuvieron dificultades para ingresar.

La caravana siguió avanzando a paso lento e interrumpido por la gente que pedía cargar el cajón en hombros. Varios fueron los bloqueos que hicieron pensar en un desvío, como en la carrera 43 con 84. Pero nunca varió por petición de los seguidores.

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