LA BIOGRAFÍA DE LA SEMANA

La siguiente semblanza habla sobre un artista puertorriqueño, de Cataño, para ser más exactos, quien estuvo por primera vez en Barranquilla, a mediados de año, haciendo parte de la fiesta aniversario de un importante estadero de salsa de la ciudad.

"Consuélate Como Yo", "Romance Guajiro", "Sansón Batalla", "La Ruñidera, "Mambo Batiri" y "Canta Fañoso", entre otros temas, son los grandes éxitos de este gran sonero que aún permanece vigente en la escena salsera de Latinoamérica.

NACHO SANABRIA
Con más sabor

Cortesía de Herencia Latina.com
Titulación y Edición de BARRANQUILLA ES SALSA

Ignacio Sanabria Vásquez, nació un lunes 16 de diciembre del año 1929, en la calle Amparo de Cataño, Puerto Rico. Hijo de Ignacio Sanabria Cepeda y Carmen Vásquez. Sus hermanos de padre y madre oriundos de Cataño fueron: Carmen Mercedes y Juan Antonio. Su padre se separó de su mamá y procreó 4 hermanos más: Rafael, Ignacio, Casilda y Pilongo.

De sus abuelos sólo se conoce a su abuela materna Vicenta Vásquez porque de los paternos nunca se supo. Eran nativos de Cataño.

Nacho procreó 8 hijos, con su primera esposa Carmen Jiménez -fueron 6: Ignacio Jr- Nachito, Roberto, Felipe- nació en NY, Betty, Dalila y Juan Antonio. Con su segunda esposa Tamara Pérez: Rita Tamara y Eddie Nelson.

Influjo Musical, inicios y viaje a NY

“Cataño es un pueblo costero, me crié escuchando toda esa música cubana que en traba por esos años y a las orquestas de PR que eran buenísimas también. No olvidemos que el Caribe es muy musical y han predominado la Guaracha, Son Montuno, Guaguancó y otros géneros que se han difundido en esta área y otros lugares más lejanos. Entonces, volviendo a mi familia, tuve un tío que cantaba. A él le decíamos tío Toco y tenía una voz bastante fuerte que le ayudaba mucho porque el micrófono sólo aparecía o existía para galas y eventos elegantes. 

Siendo un muchachón lo escuchaba cantar a él y en Cataño funcionaban unos clubes de baile y recuerdo que en uno de ellos conocí a Rafael Ithier sonando el bajo en un grupo. 

Como te dije en ese sitio a las afueras de Cataño donde me crié. A la edad de 7 años escuchaba unos tambores que me atrajeron. Fuí a buscarlos y cuando me asomé vi a los músicos golpeando los barriles y los bailarines a su alrededor. Eso me causó curiosidad y me quedé hasta que terminaron”. Como quien dice: Ven. . . ven los cueros te llaman.

Contrario a lo que se podía pensar, antes de esos episodios con los membráfonos, al niño Nacho lo que le tramaba era jugar pelota (béisbol). Y aunque reconoce que le gustaba la música; desde que llegaba a casa después de la jornada escolar tiraba los libros y corría al campo con el bate y la bola.

“Durante cierta época comencé a escuchar e interesarme por las orquestas cubanas, dominicanas y las de PR, en especial me gustaba mucho el Cuarteto Mayarí de la mano del gran compositor y director Plácido Acevedo. Eran una sensación interpretando boleros y guarachas.

Entonces, empecé a copiar las canciones que escuchaba por la radio WKQ, en ese tiempo todavía no había TV. Logré armar una libreta completa con toda la melodía de ellos: Cabellera Blanca y otras que me llaman mucho la atención.

De esa manera, cada vez que en la escuela de mí pueblo- Rosa María Arcai hacían fiestecitas y pasaban de salón en salón buscando alguien que hiciera algo para amenizar, mis compañeros y profesores siempre decían: Bueno, aquí el único que se atreve a gritar es ese que está ahí y me señalaban...ja... ja... ja. Nachito es el único que se cree cantante y artista. 

La maestra decía: Ay qué bueno que llegó Nacho... cántamos algo ahí.

Oye a propósito recuerdo a mi profesor Arcai que fue el que me enseñó las primeras letras. Nos ponía de rodilla sobre un guayo (envase de lata con perforaciones hechas con clavos). No puedo olvidarme de eso. Aquel tiempo era difícil. No había forma de evadir el castigo porque si te ibas para casa, caías en manos de tu mamá y ella te daba más duro. ja... ja... ja.”. 

Durante las fiestas patronales de Cataño, llegaban las orquestas a deleitar a la concurrencia y destinaban un día para que los artistas aficionados o principiantes mostraran sus cualidades para el canto, la poesía y el baile. Justamente en ese escenario se inició Nacho, concursando en la modalidad de canto. Ganó el 1er lugar haciendo la primera voz y un amigo le hizo la segunda. Interpretó uno de los números de Plácido Acevedo que mejor dominaba.

Después de esa excitante primera experiencia se presentó en la WKQ a un programa de aficionados que animaba el célebre Quiñónez Vidal. El prestigio de este espacio estaba refrendado por las apariciones de Bobby Capó, Mirta Silva y la mayoría de voces criollas que alcanzaron el estrellato. 

Se inscribió con un amigo al que llamaron primero al escenario. No pudo cantar porque los nervios lo traicionaron y frente al micrófono sólo se reía y reía. Fue descalificado.

“Cuando lo vi que bajó del escenario estaba muerto de la risa frente a mí. Me llamaron al turno y cuando voy a empezar a cantar me da la risa a mí... ja... ja... ja. Y me sacaron también”. 

Ese trago agridulce no desanimó a Nacho, se juntó con un grupito que había en el pueblo en donde cantó y sonó la campana.

Llegó el momento de emigrar, su madre se fue a NY en 1948, después de su hermana mayor y él viajó sólo en 1949. El resto de la familia se quedó en Puerto Rico y antes de 1 año, Nacho trabajando fuerte y parejo tuvo arrestos para mandar por ellos. 

“Llegué a vivir al barrio latino a la 116 con Madison Av. Como todo boricua, lo primero que hice fue empezar a buscar trabajo en lo que fuera. En lo que caiga.

Hice amistades con paisanos y de un momento a otro, apareció un personaje que estaba formando un grupito y allá me llevaron y empecé a cantar con ellos. Después, caí en la Sonora Boricua y ya había que usar uniforme. Eso fue entre 1951 y 1952. Antes de eso ya había participado como aficionado en emisoras e incluso en el Teatro Puerto Rico del Bronx - NY en la 138. Volviendo a la Sonora no pude continuar porque me tocó el turno al Army en donde permanecí de 1953 a 1955”.

Conocía de antemano algo de la estela musical de Nacho en el Army y lo obvio era que le pidiera que me contara cómo había sido esa experiencia.

“Si supieras que la música fue una de las cosas que más me ayudó en el Army. En la fuerza, tuve la suerte de conocer en la isla de Wang al excelente músico y pianista de Nueva York, Héctor Rivera. Mi destacamento estaba inicialmente en Corea, pero, nos pasaron a esa isla. Él tenía un grupito con un bajista filipino, un conguero que decía que era cubano y Héctor en el teclado. Uno de los músicos le dijo: Mira hay un muchacho aquí que canta y te lo voy a traer. Héctor le dijo: Ojalá, que no sea como los anteriores con voz para tríos. Él quería a alguien que cantara lo que estaba de moda en NY. 

Cuando llegué, estaban ensayando en un pequeño teatrino y yo me senté a verlos. El muchacho que me llevó le dijo: Mira Héctor este es el cantante del que te hablé. Él no puso nada de atención y siguió ensayando. Yo me dije: Olvídate de eso.

De un momento a otro se volteó, me miró y me dijo: ¡Ven acá!. Yo ya aburrido con ganas de mandarlo pál carajo. Ja.. ja... ja... ja. ¡Qué tipo este!.

Me paré y bajé a donde estaba él y los muchachos. Me volvió a mirar y me preguntó: ¿Qué es lo que tu sabes cantar?...¿A que no sabes El baile del pinguino?. Le respondí: Si... yo lo se. ¿Y cómo dice eso?

Arranqué: Vengan todos a bailar que es algo sensacional... Y me preguntó: Mira a: ¿A que no sabes la Engañadora? Volví y le respondí: Si la sé. Ja... ja... ja.

Se la tarareé y él siguió con el piano. Me miraba y se reía. Y desde esa vez no me perdía pies ni pisada. Ese era el cantante que yo quería. Dijo al final.

Eso para mi fue un favor porque cuando le pidieron montar un show que viajaría 48 días alrededor del Japón. Allí me puse yo las botas muchacho. Ya sabes. Actuamos en varias bases norteamericanas en la zona y después de varios meses, regresé a Corea como artista, después de haber llegado como un pendejo. Ja... ja... ja. Volvimos a salir para Seúl, Okinawa y Filipinas. El show de cierre lo presentamos en Wang y eso fue: Imagínate de puro caché. Vivíamos en el sector de los los oficiales con coroneles, sargentos y tenientes”.

A su regreso del Army en 1955, retomó el trabajo que tenía al momento de ser reclutado. El dinero que le dieron al salir no fue suficiente para atender sus compromisos. Como veterano también tenía la opción de estudiar música. Esto lo aprovechó y se matriculó para aprender a pulsar el bajo acústico. Al poco tiempo se cansó de cargar para todos los bailes el bajo y su amplificador. Muchas veces le tocó subir escaleras con este menaje al hombro.

“Tuve la suerte que me llamó un grupo pequeño que estaba comenzando: El boricua Enrique Kique Rijos y su Orquesta, gran bajista. Me habían recomendado con él. Me llamó y me dijo: Ve a un ensayo a ver.

Un fin de semana asistí a donde ensayaban y al verme me dijo: Mira, es que yo he tenido varios cantantes y el último con que salí, cada vez que le decía tu te sabes este, me respondía: No lo se.

Cuando me preguntó a mi: ¿Qué tu sabes? le respondí con otra pregunta: ¿Qué tu tienes?. Me respondió: Tengo: Yambú... etc De todo el repertorio que me sacó yo sabía entre 12 y 14 números. Sólo era cuestión de algunos ensayos y listo. La banda trabajaba en NJ, NY- Bronx y Brooklyn. Había buen trabajo, cantaba y cogía las maracas. 

Yo soy un cantante que antes de empezar la orquesta ya estoy bailando. No me puedo quedar quieto como una estatua. Tu sabes. Fue una época que me permitió la oportunidad de cantar con el Sexteto de Gilberto Cruz y de ahí pasé a un grupo que se llamaba Alfarona X. Sonaron mucho en PR y después se quedaron a trabajar en NY.

Pasados unos meses volví al grupo de Gilberto, antes de irme con Mongo Santamaría. Rematé en el grupo del cubano José Fajardo para una gira por México, Santo Domingo y Venezuela.

Quiero decirte que el paso por todas estas orquestas fue a mi salida del Army. La última fue la de Fajardo porque yo ya quería regresar a PR por el frío y porque mi esposa estaba en la isla esperándome hacía 1 año. Todo ese tiempo fuera de mi casa sin verla a ella y a mis hijos. Eso era insostenible para ambos. Entonces, ella me mandó un ultimátum: Mira ver lo que tu haces. Y decidí regresar a Puerto Rico.

Dió la casualidad que en la última actividad en que estoy actuando con Fajardo, llegó Johnny Pacheco al club a ofrecerme que fuera parte de su tumbao.

Como conocía a Pacheco desde mi llega da a NY, le comenté la situación en que estaba y que debía viajar a Puerto Rico. Él me dijo: Olvídate de eso... tu vas y regresas que yo te espero. Tu ya no te acostumbras por allá... ja... ja... ja. Eso me dió duro porque tenía claro la decisión de mi mujer. Tu sabes: Yo la quería y tenía a mis hijos. ¡Vaya que lío!”. 

Nacho se trepó al primer avión que encontró más presto que de ganas. La cosa pintaba trinca para él: Vienes o vienes. Le templaron la piola y lo llamaron a relación no a Corea, sino a la Isla del Encanto. Imagino lo que Nacho experimentó al no poder aceptar el ofrecimiento de Johnny, pero, de hacerlo perdería el amarradero en casa. La piel deja de ser de gallina para volverse de marrano afeitado.

Este periódo de transición entre su salida del Army — 1955 y 1964 cuando regresó a Puerto Rico, constituyó para Nacho 8 años de experiencia. E incluso comentó que aunque no grabó con Barretto, realizó varias presentaciones con su banda. Con Fajardo y Mongo si grabó. Puntualizó el sonero de Cataño.

Estimé necesario que nos hablara de su paso por la banda del cubano Mongo Santamaría. En lo personal, hasta ese momento no tenía suficiente información. Pablo Emilio también estaba interesado en validar sus datos.

“Fue una experiencia muy bonita. Mongo es y fue una bella persona. Estaba trabajando en un hotel en Nueva York con el Sexteto de Gilberto Cruz y alternábamos con el grupo de Mongo. Al finalizar el baile cada músico tomó su ruta a casa. Al llegar recibí una llamada de Enrique Montalvo que era el muchacho utilero del grupo y me dijo: Mira Nacho, te estoy llamando porque el Señor Mongo Santamaría te oyó cantando y ahora que se va La Lupe, él va a necesitar un cantante. Así fue, cuando salió la cubana entré yo. Al poco tiempo ya estábamos grabando.

Lo primero que hicimos fue un LP instrumental y él me dijo: Toca tú ahí la campana. Desde allí me gané un buen dinero. Después, para el segundo trabajo ya canté. Grabamos el tema El Mantequero que es composición mía. ¡Fijate!... después la grabó Joe Cuba con su Sexteto y le puso El Barquillero con la voz de Cheo Feliciano en un álbum que se llama Bailadores.

Imaginate tu, el haber trabajado con Mongo, un gran percusionista. Es haber estado al lado de uno de los mejores. Entre las composiciones que grabé me acuerdo de: Locke Mambo, Olé Guajira, La Justicia y Watusi al lado de mi compueblano Wito Contrai (de Cataño), nos hacíamos coros tu sabes. Resulta que el timbalero de la banda de Mongo era el dominicano Carmelo García que tenía una voz buena para los boleros”. 

El hijo pródigo vuelve a casa. De regreso a Puerto Rico

A pesar de estar disfrutando de los place res de la casa, en materia de trabajo para Nacho fue como empezar de nuevo.

“Me encuentro con que casi todas las orquestas ya tienen sus cantantes de planta. Sin embargo salía a escucharlas y a conocer músicos. En mi pueblo había buenos percusionistas y uno de ellos me recomendó para cantar con un conjunto que armó Kito Vélez (Kito Vélez y sus Estrellas). Él fue la primera trompeta del Combo de Cortijo y fundador del Gran Combo con Rafael Ithier. Casi la mayoría de los temas que Ismael Rivera pegó con Cortijo fueron arreglados por él.

Al momento de entrar al grupo de Kito, su cantante era El Guajiro González, un venezolano. Empecé haciendo coros y eso para mi ya era haber dado un paso adelante porque volvía a tener la oportunidad de darme a conocer en mi país y ganar algo.

El Guajiro se fue y quedé yo. Pero Kito se desorganizó un poco en su vida personal. Al fin de cuentas el grupo se disolvió porque Cortijo lo llamó de nuevo y él se unió al Combo. De alguna manera Dios sabe como hace sus cosas, Kito me recomendó con Cortijo y allá fui a dar. Del grupo hacía parte mi amigo Mario Cora y eso me alegró mucho. Me hicieron la prueba con un Bolero.

Después de la prueba, Mario que era amigo desde mucho antes le habló a Cortijo y me quedé. Ya habían ocurrido los hechos en que Ismael terminó en la cárcel y necesitaban un cantante. Al poco tiempo salimos de gira a Venezuela, Panamá, Chicago, NY y NJ”.

Al concluir la gira y de vuelta en Puerto Rico, por alguna razón que Nacho no pudo precisar en los anales del Combo de Cortijo, el grupo se disolvió.

“Sólo recuerdo que el conguero que era un muchacho al que llamaban Chacón abandonó el grupo al igual que Kito. Chacón organizó a Los Batirítmicos y me llamó para que cantara con ellos. En esa plantilla estaba un muchachito de 16 años en la trompeta, se trataba de Perico Ortíz. También estaba Coqui que había sido el pianista de Cortijo.

Lo que pasó con el grupo fue que Chacón no sabía lo que quería y eso así es complicado. ¡Fíjate! hicimos una grabación y la llevamos a Borinquen Record. A los empresarios les gustó y nos dijeron que buscáramos los temas y mandáramos a hacer los arreglos para sacar un trabajo. Desde que salimos, él se fue para Santurce y yo para Cataño. Nunca más me llamó. Buscó otro cantante Paquito Alvarez, que era la voz de Mario Ortíz, mandó a hacer los arreglos y grabó por su cuenta. Y a mi me dejó por fuera”.

Nacho organiza su Sabor

“Cuando me enteré de lo que ocurría, no me pasó por la mente hacerle ningún tipo de reclamo. La cinta que se llevó a la audición fue con mi voz, estaba haciendo las cosas bien y colaborándole. No se qué pasó. Lo único que pasó por mi cabeza fue hacer mi grupo. Entonces, supe que el gran cantante puertorriqueño Ciso Marrero que vivió en NY muchos años estaba en Caguas. Averigué dónde vivía y fui a donde él.

La visita a Ciso me sirvió para pedirle me pasara algunos arreglos de los que tenía en formato de Sonora. Él me respodió: Nacho... claro que si. Me entregó varias guarachas y boleros. Entre esos estaban: Bella mujer y Arroz con manteca. Con ese repertorio y otras composiciones que me pasaron empecé mi grupo que éramos 7 músicos.

Ernesto Valentín Pipi- Bajo
Tuto Clemente - Piano
Eladio Pérez- Congas
Jaime Concepción- Bongóes
Eugenio Geño Cruz- Trompeta
Picar- Trompeta

No me acuerdo del nombre del otro trompeta. Por mi grupo pasaron grandes de ese instrumento como: Luís Perico Ortíz, Mario Cora, Elías Lopéz y Tati Maldonado el del Gran Combo.

El primer baile que tocamos fue en la población de Levittown, al Sur de Cataño. Se había corrido la bola de que yo tenía un grupo y que sonaba bien. Me llamaron y me pidieron precio.

Fueron a casa y me preguntaron: ¿Cuánto tu cobras por un baile? Les respondí: $US 175. El tipo todo asustado gritó: Tú estás loco. Le aclaré: Mira somos 7 y salimos a $US 25 por cada uno. Yo no estoy cobrando doble sino lo que es. Al final después que escuchó mi explicación dijo: Está bien así y te vamos a usar.

Desde ahí seguimos tocando de bailecito en bailecito. Entonces me decidí a hacer un demo (una grabación de muestra) y fui a la Parada 15 en Santurce a donde Viera que es donde se venden los discos y siempre hay un montón de gente. Eso allí todo el día es movido y caliente.

En esa calle, hay un sitio donde se vendían los 45 RPM y con mi grabadora le puse el demo a un cubano para que lo es cuchara. Entre los temas llevaba Changó tá veni, más 1 Guajira y 1 Guaracha. El tipo no dijo nada, se limitó a levantar el teléfono y llamó a un señor. Después con el paso del tiempo es que me entero que el que vino a escuchar el demo fue Darío González que era el dueño de la compañía Borinquen Records que había grabado a Chacón. El mismo que me hizo el desplante.

El señor entró y pasó junto a mí y siguió para la oficina. Después de un rato me mandó a llamar para que subiera a hablar con él. Cuando entro y lo saludo: ¿Cómo está señor Darío?. Me miró con cara de pocos amigos y me respondió: A mí no me hable... a mí tu no me hables. Le contesté: Entonces, si no quiere que le hable me voy. Se levantó y dijo: No... no quédate porque yo te voy a grabar. Pero, eso que tú hiciste no es de hombre.

¿Y qué fue lo que yo le hice a usted?. Y me recordó que yo había ido con Chacón para entregarle un demo y después no había querido grabar. Fue el momento justo para decirle que lo que ocurrió fue que Chacón me había dicho que a él no le gustó mi voz y por eso nunca me llamó. Después que él hizo la grabación y le volví a preguntar qué había pasado, me respondió que era que usted no quería”. 

Nacho entregó detalles puntuales sobre el material seleccionado para su grabación.

“Ya hablé con Curet Alonso, me entregará unas composiciones. También, hablé con Henny Álvarez y quedó en pasarme unos números. En esa época Tite estaba dando a conocer su gran talento de compositor. De sus grandes obras me dió Alma primitiva, hit de mi primera grabación y en NY fue gran éxito. Me sirvió para viajar para allá con mi orquesta a principio de los 70s. Después de eso dejamos de comer frío parahacerlo calientito. 

Otro tema de ese LP fue Santo llega de Henny que gustó mucho y que ahora lo volví a regrabar en un CD que muy pronto saldrá al mercado. Espero eso les llegue por aquí”.

El último CD - Pa' La Calle Bailador, producción de 2004 con el sello RNS Records de PR, incluye 8 deliciosos temas: "Pa' La Calle Bailador", "A Romper El Coco", "Tibirí Tabara", "Lengua Larga/Jala Leva", "Sonerito", "Vamos Pa' La Luna", "Vivito y Coleando" y "Cuando Ya No Me Quieras".

Con grandes maestros en los arreglos: Javier Vásquez, Pupy Legarreta, Emilio Reales, Tito Rivera, Paquito Pastor y René Hernández.

Participaron en la producción:

Nacho Sanabria- Director y Cantante
Tito Allen y Miguel Olivares- Coros
Emilio Reales- Trompeta
Willie Sotelo- Piano
Pedrito Pérez- Bajo
Rafael 'Coky' Rivera- Timbales
Inocensio Chencho Tittley- Bongó
Sammy Ortíz- Congas

“Incluí temas como "Sonerito", pero al estilo de Nacho Sanabria. También va "Jala Leva", que lo hizo el gran Tito Rodríguez, me gustaba el tema y me propuse cambiarlo un poco: Le puse "Lengua Larga: Chismoso", el día menos pensado te van a cortar la lengua, lengua larga.

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